Cetosis
La mayor parte de la gente está confundida acerca de la cetosis, y piensan que es una señal de alarma, un estado peligroso para el cuerpo. Nada más lejos de la realidad. La cetosis significa, simplemente, que tu cuerpo está utilizando la grasa como combustible. Da igual que sea el aceite de oliva de tu ensalada o el michelín en tu cintura. Y quemar grasa es algo que todo el mundo quiere, ¿verdad?
Cuando comes carbohidratos, tu cuerpo los convierte en glucosa, que las células pueden usar como combustible, obteniendo ATP, la “molécula de la energía” en los organismos. Sin ATP, mueres en cuestión de minutos. Entonces, ¿cómo es posible que las personas aguanten semanas sin comer?
La respuesta es la grasa. Nuestro cuerpo no sabe convertir la grasa en glucosa (aunque curiosamente, sabe muy bien cómo convertir la glucosa en grasa, que se acumula en el tejido adiposo cada vez que comes dulces). Sin embargo, sí que puede convertir la grasa directamente en ATP, es decir, energía. Un subproducto de esta reacción son los cuerpos cetónicos.
La mayoría de las células pueden usar algunos cuerpos cetónicos como energía, en concreto el acetoacetato y el ß-hidroxibutirato. No solo eso, al corazón y al hígado les gustan más los cuerpos cetónicos que la glucosa. El cerebro puede funcionar perfectamente sin glucosa y consumir cuerpos cetónicos.
Otro subproducto del metabolismo de las grasas es la acetona (la misma que se usa como quitaesmalte), que no se puede usar como energía y el cuerpo elimina por la orina. Si comemos muy pocos carbohidratos, nuestro cuerpo comienza a quemar grasa (¡bien!) y puede aparecer acetona en la orina y producir un aliento raro. Esto no es una enfermedad.
¿Por qué la gente piensa que la cetosis es mala? En algunos casos, porque existe el mito de que el cuerpo no tendrá suficiente energía. Es cierto que al empezar una dieta baja en carbohidratos hay un periodo de adaptación de unos cuatro días durante los cuales estás más cansado, pero una vez el cuerpo se acostumbra a quemar grasa, se recupera la normalidad.
Entrar en cetosis tampoco es tan fácil: hay que comer menos de 50 gramos de carbohidratos al día, (más o menos, según cada persona). Eso quiere decir menos de una patata pequeña al día. En comparación, una dieta en la que estés comiendo un 40% de tus calorías en forma de carbohidratos, con 2.000 Calorías al día, quiere decir que te puedes permitir 200 gramos de carbohidratos, que equivalen a 700 gramos de arroz blanco hervido. Rebajar tus hidratos drásticamente no hará que entres en cetosis.
El otro motivo es la omnipresente confusión con la cetoacidosis, una enfermedad que afecta sobre todo a las personas que sufren de diabetes tipo 1 (hereditaria), cuyo cuerpo no puede producir insulina, y que puede ser mortal si no se trata.
No es malo, pero cuidado si haces deporte
Antes de lanzarte a una dieta de pollo y mantequilla sin ningún hidrato, ten en cuenta que no es la panacea y es una dieta difícil de sostener a largo plazo.
Aunque la cetosis no es peligrosa, no siempre es deseable. En varios estudios se ha podido comprobar que la pérdida de grasa de una dieta cetogénica no es mayor que la de una dieta baja en carbohidratos.
En reposo el cerebro puede usar cuerpos cetónicos, pero si hacemos ejercicio no, y usará masa muscular para convertirla en energía. Si se prolonga la cetosis y se sigue haciendo ejercicio se ha comprobado que puede acelerar no solo la pérdida de grasa, sino también masa muscular, y eso es lo último que queremos. La cetosis también tiene algunos efectos secundarios menores, sobre todo al principio, como aliento extraño, mal humor y cansancio general.
Por eso las dietas cetogénicas para pérdida de grasa son cíclicas. Durante la semana se comen muy pocos carbohidratos para inducir la cetosis, y el fin de semana se recarga el cuerpo de carbohidratos. Explicaremos cómo funciona muy pronto.
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