La relación entre la comida y la
Buena/Mala Salud.
El actual ritmo de la vida cotidiana no da tiempo para reflexionar sobre los hábitos alimenticios. Salimos corriendo al trabajo, con un pan y una taza de café en el estomago, esperando que la hora del almuerzo llegue tan pronto como sea posible. Estas situaciones han hecho que la comida chatarra se convierta en una opción fácil, la más sencilla de todas en la relación tiempo y esfuerzo, que atenta directamente contra la salud.
La alimentación puede ser un perfecto aliado de la salud. Pero existe muy poca información al respecto en los hogares, y las visitas a nutriólogos son tan estigmatizadas como las visitas al psicólogo. Si a esto le añadimos que incluso los expertos están mal informados, porque llevan modelos de nutrición arcaicos y que se han demostrado están ERRÓNEOS, pues la salud alimenticia de la sociedad en general es una huérfana más en este mundo azucarado.
Y, pensándolo de manera contraria, la mala alimentación puede ser el peor enemigo de una organismo sano. Muchos expertos nutricionistas consideran, en base a la ingesta de cereales y granos, recomendada por muchos años, que nuestra forma de comer es otra forma de matarnos lentamente. Pizzas, lomos, empanadas, hamburguesas, papas fritas, panchos o cualquier otra propuesta del mundo del delivery, han transformado la alimentación en una verdadera bomba de tiempo. Y el cerebro, no nada más el cuerpo, esta pagando las consecuencias.
Este tipo de alimentos (chatarra), que antes eran una opción eventual, exclusiva de fin de semana, de jóvenes, personas solas o parejas que trabajan muchas horas al día, se ha convertido en menú habitual. Cada vez hay más servicios a domicilios, hasta de los tacos de la esquina.
La comida chatarra, o rápida, se caracteriza por un contenido excesivo de calorías, grasas saturadas y sal. Tiene buen sabor, es relativamente económica y, por sobre todo, una opción cómoda que no implica ninguna actividad más que marcar unos cuantos números en el teléfono.
Para quien sí representa un gran esfuerzo es para el organismo. Si este tipo de comidas se transforma en un hábito, las consecuencias inmediatas pueden ser: sobrepeso, problemas de colesterol y presión arterial, insulinoresistencia, diabetes y enfermedades cardiovasculares, por nombrar las más comunes.
Recomendaciones. No se pretende erradicar este tipo de comida de forma tajante, pero es importante saber que no es lo mismo ingerirla todos los días que –por ejemplo- una vez a la semana o en ocasiones especiales.
Lo más importante es modificar los hábitos, e ir incorporando -poco a poco- alimentos y costumbres que beneficien la salud. No lo hagas "de jalón" porque te sentirás mal, no tendrás resultados y, aparte, darás un mal testimonio de tu cambio de hábito no conseguido.
Los especialistas en nutrición recomiendan:
Comprar e ingerir más lácteos, vegetales (crudos o cocidos) y frutas. Éstos constituyen una salida saludable ante la falta de tiempo.
Considerar el hacer una dieta cetogénica para estimular la secreción de cetonas, que sustituyen a la glucosa como combustible, y quemar grasa en el proceso de hacer cetonas, por parte de nuestro cuerpo.
Cocinar de una sola vez para toda la semana, si se tiene poco tiempo y ganas.
Pero, sobre todo, hace falta la opinión de tu nutriólogo, si es que tienes alguno.
Y recomendamos ir con alguno, antes de iniciar un cambio alimenticio drástico.
Pd. En el mercado existen bio cetonas exógenas, que hacen más sencillo obtener los beneficios de la dieta cetogénica, sin tanto esfuerzo, haciendo más gradual el cambio de hábito. Esto te puede apoyar a salir del mundo de los carbohidratos y pasar al de las grasas saturadas.
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